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La Toyota 4Runner regresa en su nueva generación como un recordatorio contundente de lo que significa la autenticidad en todoterreno. Esta no es simplemente una actualización estética o un ejercicio de mercadeo: es una evolución cuidadosamente ejecutada sobre una base histórica de resistencia, funcionalidad y propósito.
La 4Runner ocupa un lugar especial dentro del portafolio global de Toyota. Desde su debut en la década de los 80, ha sido sinónimo de fiabilidad extrema, capacidad todoterreno real y una durabilidad que la ha convertido en una favorita entre exploradores, aventureros y familias que buscan un vehículo que trascienda las modas. Con esta nueva generación —la sexta desde su lanzamiento— Toyota ha apostado por un rediseño completo que no sólo actualiza sus líneas, sino que redefine su enfoque mecánico y tecnológico, sin alejarse de su esencia.
Entre las principales novedades destaca una nueva plataforma TNGA-F de arquitectura modular, compartida con modelos como la Tacoma y la Land Cruiser, que le otorga mayor rigidez estructural, mejora su comportamiento dinámico y abre la puerta a nuevas configuraciones mecánicas. También introduce un tren motriz más eficiente y potente, un interior rediseñado con materiales de mejor calidad y un paquete de tecnología más coherente con los estándares actuales. Sin embargo, lo más notable de esta evolución es que logra integrar todos estos elementos sin diluir su carácter aventurero.
La nueva 4Runner rompe el molde con una presencia imponente. Si bien su expresión es fiel al lenguaje robusto que ha definido al modelo por décadas, ahora es mucho más refinada y sobradamente llamativa. No es una SUV que quiera parecer elegante o urbana: aquí todo expresa resistencia, propósito y preparación para lo imprevisible.
El frontal ha sido completamente rediseñado con una parrilla más ancha y angular, flanqueada por nuevos faros LED en forma de C que aportan una firma visual moderna y agresiva. El parachoques, esculpido para mejorar los ángulos de ataque, integra protecciones visibles y tomas de aire funcionales, lo que refuerza la percepción de fortaleza técnica.
De perfil, los pasos de rueda se presentan más marcados y rectangulares, transmitiendo solidez sin recurrir a excesos. La línea de cintura alta, los rieles de techo integrados y una cintura lateral sin adornos enfatizan su naturaleza práctica y su carácter sin pretensiones. La nueva paleta de colores y la opción de ruedas de hasta 20 pulgadas le añaden un punto de sofisticación sin sacrificar la estética funcional.
La parte trasera también ha sido rediseñada con atención al detalle. Las luces posteriores ahora adoptan una firma luminosa vertical en LED que refuerza el aspecto técnico del conjunto. El portón trasero mantiene su clásico vidrio abatible —uno de los detalles mecánicos más valorados por los usuarios históricos del modelo—, lo que permite una ventilación versátil o el acceso parcial al maletero sin abrir todo el portón. El diseño del parachoques trasero y la integración del enganche de remolque completan un conjunto que es a la vez moderno y fiel a su ADN.
El diseño interior sigue esa filosofía de propósito, pero con un enfoque notablemente más refinado. A primera vista, la cabina parece haber sido concebida bajo una premisa doble: durabilidad y ergonomía. Cada botón, cada superficie y cada material fue seleccionado pensando en condiciones extremas sin sacrificar el confort del día a día. El panel de instrumentos es claro, legible y sobrio, sin ornamentos superfluos, y el sistema multimedia se integra con naturalidad sin apoderarse del protagonismo.
A diferencia de otros modelos que apuestan por pantallas deslumbrantes y asistentes omnipresentes, la tecnología en la 4Runner se siente al servicio del conductor, no al revés. Integra lo esencial: una interfaz táctil intuitiva, compatibilidad con Apple CarPlay y Android Auto, conectividad por Bluetooth estable, y un paquete de asistencia a la conducción que incluye control crucero adaptativo, alerta de colisión frontal y mantenimiento de carril. Todo está ahí, sin excesos ni distracciones.
La verdadera historia de la 4Runner se escribe bajo el capó y sobre cualquier superficie que se atreva a enfrentar. Esta nueva generación da el salto a una mecánica turboalimentada de cuatro cilindros y 2.4 litros, reemplazando al veterano V6. Lejos de ser una pérdida, este cambio representa una madurez ingenieril: mayor eficiencia, menor peso y una entrega de torque más contundente en rangos bajos, donde realmente se necesita al salir del pavimento. Con una transmisión automática de ocho velocidades, el conjunto se siente más afinado, más responsivo y sobre todo, más consciente de lo que exige el siglo XXI.
La 4Runner conserva su bastidor tipo escalera, lo que garantiza una rigidez estructural ideal para condiciones todoterreno. A ello se suman sistemas como el control de descenso, el bloqueo de diferencial trasero y la gestión de tracción multi-terreno, que permiten modular con precisión el comportamiento del vehículo en arena, barro o rocas. Aquí no hay simulacros de aventura: hay competencia real, respaldada por una ingeniería con décadas de pruebas en las condiciones más duras del planeta.
