Ciertos autos retro se asoman al “futuro” entre comillas con mucha originalidad, aunque pertenecen más al reino del capricho que al de la realidad. La locura de sus formas rompe todas las leyes del diseño, porque parecen hechos para hacer reír no para rodar. 10 ejemplos lo dicen todo:
El Airomobile de 1937 devoraría el pavimento a 3 gomas, es un prototipo que actualmente reposa en el museo del automóvil de Reno, Nevada, y francamente hoy parece un personaje más de la película Cars del 2006, que un vehículo para ser conducido por adultos serios.
Los autos anfibios son legendarios por el solo hecho que querer unir dos mundos: el terrestre y el acuático, como el Runabout de 1997, un yatecito para surcar los siete mares con sus 200 caballos de fuerza o, en su caso, 200 caballitos de mar… un auténtico concepto que nunca navegó.
Este auto volador más parece helicóptero que auto y lleva un nombre nada atractivo: el edgley ea-7 optica. Su cabina de cristal asombraba a su paso. Se fabricaron 22 modelos, pero cero ventas. Lo más increíble es que hay planes para revivirlo en este 2019.
Una locura sobre ruedas es italdesign capsula 1982, cuyo diseño modular podía ajustarse a las necesidades de transportación, para ser taxi, ambulancia, vehículo comercial o escolar… son tantas sus personalidades que podría ser calificado como el primer auto bipolar de la industria.
El Ranger de 1965 parece un chiste antes que un carro, ya que parece escapado de una historieta, sin duda un clásico héroe de cómic. Su diseño es tan chistoso que no se sabe si viene o si va.
The Daf Raincout es tal vez el auto más fitness del mundo, dada su esbelta figura de carro verdaderamente flaco. Sin embargo, la duda prevalece: ¿Es un carro o un insecto gigante? La ciencia aún sigue investigando.
El Hélica de 1926 podría ser la estrella de cualquier museo del terror, que ni la familia Adams lo usaría, sin embargo, este Frankenstein urbano podía desplazarse a 100 kilómetros por hora… a lo sálvese quien pueda.
El Gurbel Motomachine de 1991 era el equivalente a una neverita gigante. No es que fuera feo, sino desagradable de ver. Si bien es común en Júpiter, pertenece al universo de los conceptos más extraños de la Tierra.
El Hoffman de 1951 debía reclamar el nombre de auténtico “Escarabajo”, porque realmente lo es, ya que los insectos lo deben admirar como una deidad. Igualmente parece la mákina del tiempo hecha por estudiantes de diseño que reprobaron.
el Beatnik Bubbletop No es un biscocho en forma de carro del mañana, sino una ultra inspiración que todo lo «futurizó», aunque el tiempo llegó y se lo llevó a la tierra de nunca jamás.