Son motores para hablarse de tú con la estratosfera con la potencia de Stuttgart, se trata de propulsores Porsche para aviones, representando un pequeño pero muy interesante capítulo en la rica trayectoria del fabricante aleman. La historia viene de muy atrás en el tiempo, con más de un siglo de tradición, cuando Ferdinand Porsche usó motores de avión para establecer la reputación de una empresa de ingeniería diversa que más tarde se convertiría en la compañía Porsche. En 1955, cuando fue levantada la prohibición de motor es de avión en Alemania, conforme a los Acuerdos de París, Porsche reconoció que el motor bóxer de cuatro cilindros de los 356, refrigerado por aire, también podría servir como base para un motor de avión. Y así surgió el motor Porsche 678 para avión, que tenía entre 52 y 75 caballos de potencia. Construido en la década de los 60, impulsó, entre otros, el prototipo del primer avión alemán que se fabricó en números significativos después de la guerra, el Elster Putzer, aunque la producción en serie no se hiciera con un motor de Porsche, debido al mantenimiento y requisitos de los repuestos.
Posteriormente, Porsche retomó el tema de los motores de avión otra vez. De manera similar al desarrollo del modelo de motor de avión tipo 678, a principios de la década de los 80 fue el bóxer de seis cilindros de los 911 el que llamó la atención de los especialistas, y en septiembre de 1983 los vuelos de prueba comenzaron para el motor Porsche PFM 3200, con un desempeño de 3,200 centímetros cúbicos. Para cumplir con las exigencias necesarias para motores de avión, este motor de 204 a 220 hp estaba equipado con doble encendido y dos alternadores, y el árbol de levas fue cambiado de cadena a engranaje. Fue conocido en la historia de la aviación con el apodo de “el motor susurrante”.