En la historia reciente de la industria automotriz, pocos modelos han logrado lo que el Nissan Qashqai: inventar un segmento, dominarlo y mantenerse relevante más allá de las modas. Cuando apareció por primera vez en 2007, no solo anticipó la fiebre por los SUV compactos, sino que propuso una forma distinta de habitar el automóvil: elevada pero ágil, robusta pero urbana, funcional sin renunciar al diseño. Hoy, con esta nueva generación totalmente renovada, el Qashqai no se limita a actualizarse; se reinventa con un enfoque que mezcla refinamiento, tecnología, eficiencia mecánica y una comprensión más sensible del conductor contemporáneo.
Para Nissan, el Qashqai no es un modelo más. Es, en muchos mercados, el corazón de su oferta: un punto de equilibrio entre accesibilidad y sofisticación, entre volumen y prestigio. Pero ésta nueva generación del Nissan Qashqai rompe el molde. Es un SUV que deslumbra, convenciendo con argumentos sólidos: diseño espectacular, interior bien resuelto, tecnología accesible, y un enfoque mecánico sensato.
El nuevo Qashqai abandona los trazos conservadores de su antecesor para asumir una estética más escultural, precisa y decididamente sofisticada. La evolución visual es notoria, con un frontal que presenta un juego de líneas tensas y superficies limpias que dan al conjunto una imagen de movimiento contenido.
La parrilla toma el protagonismo con sobrado estilístico anunciando el nuevo lenguaje estético de Nissan. La forma en que integra el sistema de iluminación rompe con todos los estándares, mientas que los delgados faros LED en forma de ala que aportan sofisticación y carácter.
La línea lateral es uno de sus mayores aciertos: fluida, bien proporcionada, con una cintura ascendente que le da dinamismo sin romper la armonía. El uso de contrastes entre el color del techo y la carrocería refuerza esa sensación de vehículo pulido, urbano, moderno. La parte trasera también se ha afinado: los grupos ópticos adoptan una firma luminosa afilada y elegante, mientras el alerón y el difusor inferior aportan una dimensión deportiva sin ser estridente.
No es un diseño que intente impresionar a primera vista. Más bien, propone una estética que gana con el tiempo, que se siente más reflexionada, más centrada en el uso real del vehículo que en la teatralidad del escaparate.
Al ingresar a la cabina, se nota un cambio cualitativo significativo. Nissan ha puesto especial atención en la percepción de calidad, no solo visual sino también táctil. Los materiales son suaves, bien ajustados y muestran una coherencia en sus texturas que sugiere madurez. La arquitectura del tablero es clara y ergonómica, con una disposición horizontal que aporta una sensación de amplitud real.
Uno de los grandes avances es el ecosistema digital. El nuevo Qashqai incorpora un cuadro de instrumentos completamente digital de 12.3 pulgadas, acompañado de una pantalla central flotante para el sistema multimedia de hasta 9 pulgadas, según versión.
El sistema de infoentretenimiento ofrece compatibilidad con Apple CarPlay inalámbrico, Android Auto, navegación integrada, carga inalámbrica y una interfaz sencilla, con menús lógicos y transiciones rápidas.
Los asientos, con tecnología de soporte ergonómico derivada de estudios aeroespaciales, ofrecen una postura relajada y óptima para largos recorridos. Además, la habitabilidad en plazas traseras ha mejorado notablemente gracias a una mayor distancia entre ejes, mientras que la capacidad del maletero lo convierte en un SUV perfectamente funcional para la vida familiar o profesional.
En esta nueva etapa, el Qashqai deja atrás los motores diésel y apuesta por una mecánica más alineada con los desafíos actuales. La oferta presenta un motor turboalimentado de 1.3 litros que desarrolla 147 caballos de fuerza y 250 Nm de torque.
El comportamiento dinámico es uno de sus puntos fuertes. La suspensión, rediseñada para ofrecer mayor confort sin perder agilidad, filtra bien las irregularidades y aporta una conducción precisa. La suavidad de las marchas viene dada por su transmisión M-CVT con modo manual para una conducción verdaderamente placentera.
El nuevo chasis, más rígido y ligero, mejora la respuesta en curvas y eleva el estándar de maniobrabilidad. No busca sensaciones deportivas, pero sí una experiencia serena, controlada y cómoda.