Antes que nada vamos a preguntarnos: ¿por qué compramos un vehículo Diesel? En primer lugar, porque tiene significativas ventajas, especialmente por el rendimiento (kilómetros por galón), así como precio del gasoil versus la gasolina. También porque el totque de los Diesel atrae a todos los que lo conducen y más aún si es sobrealimentado (turbo).
Existe un enemigo químico que ya muchos conocemos, me refiero al azufre. El azufre es un elemento natural del petróleo crudo. Los combustibles que se obtienen del petróleo, pueden variar su porcentaje de azufre según el tipo de crudo. Los combustibles pesados normalmente tienen un alto contenido de este elemento perjudicial.
Los combustibles livianos, en cambio, tienen un menor contenido de azufre porque éste puede reducirse o eliminarse durante el proceso de refinación.
El contenido de azufre en el combustible afecta a los motores Diesel de dos formas diferentes. Una tiene que ver con la contaminación ambiental por la emisión de SOx (óxidos sulfurosos) de los gases producidos en la combustión y otra interviene negativamente en las partes internas que componen los motores.
En los últimos años, la preocupación por controlar la contaminación que producen los motores Diesel ha ido en aumento. A partir de mayo del año 2006 se hizo efectivo que el límite de contenido de azufre en el combustible aceptado globalmente es del 4.5% y para ciertas áreas 1.5 %. El objetivo es atenuar la formación del SOx.
En referencia a cómo afecta a las distintas partes del motor, podemos afirmar que cuando el combustible Diesel con azufre se consume en la cámara de combustión de un motor, se forman óxidos de azufre que reaccionan con el vapor de agua, donde se origina el ácido sulfúrico. Al igual que el sulfuro de hidrógeno, si estos vapores de ácidos se condensan, atacan químicamente las superficies de metal de las guías de válvula, de las camisas de los cilindros y pueden también afectar los cojinetes. Por ejemplo, cuando la temperatura de las camisas de los cilindros es inferior a la temperatura de rociado del ácido sulfúrico, y el aceite del motor no tiene suficiente reserva de alcalinidad para neutralizar el ácido, las camisas se pueden desgastar diez veces más rápido.
Cuando se producen daños debido a la presencia de azufre en el combustible, habrá pocos cambios en la potencia del motor. Pero, con frecuencia, el desgaste corrosivo traerá consigo un consumo excesivo de aceite y por ende exceso de gases de escape, causando un deterioro prematuro en el motor.
Una vez que se han formado los compuestos ácidos en el interior del cilindro la única forma de combatir su efecto corrosivo es con la correcta aplicación de lubricantes con una adecuada base alcalina (BN), que se corresponda con el porcentaje de azufre contenido en el combustible utilizado.
El valor de la base alcalina (BN) no es el único criterio de la capacidad del lubricante, pero sí representa la guía más adecuada para proteger el motor del desgaste corrosivo. El lubricante debe poseer suficiente BN en todo momento y nunca debemos dejar que desciendan por debajo del mínimo requerido, de acuerdo al % de azufre del combustible utilizado.
Por otro lado, es oportuno destacar que los fabricantes, más que nadie conocen estas inconveniencias, por lo que han ido perfeccionando sus motores Diesel con la utilización de materiales que reducen esos problemas, a tal grado que hay muchos que ofrecen niveles de calidad y garantía tan altos como los propulsores de gasolina. Lo importante es tomar en cuenta las marcas que se han especializado en Diesel, sus reconocimientos y los servicios postventa.