Toyota patrocina el Energy Observer, una embarcación energéticamente autónoma, capaz de producir el hidrógeno que necesita para navegar. La embarcación hará parada en diferentes puertos de la costa española en los próximos meses.
Botado en 2017 en Saint-Malo, Francia, el Energy Observer es más que un simple barco. Es la primera embarcación energéticamente autónoma que funciona a base de hidrógeno y que no emite gases de efecto invernadero ni partículas. Este buque del futuro a propulsión eléctrica funciona a base de una combinación de energías renovables y un sistema que produce hidrógeno a partir de agua de mar sin emitir nada de carbono.
Se trata de un vehículo para divulgar un mensaje positivo e inspirador. Además, demuestra y comparte métodos de cómo obtener energía sin generar impacto negativo sobre la naturaleza. El Energy Observer hace gala de tecnologías que servirán de base a las redes energéticas del mañana, para que sean más eficientes y aplicables a gran escala. Ese es el modelo, basado en una combinación de fuentes de energía renovables y sistemas de almacenamiento energético, que promoverá el equipo del Energy Observer viajando por todo el mundo.
Este viaje constituye un desafío desde el punto de vista humano tanto como tecnológico. Una odisea de seis años que pondrá a prueba la tecnología a bordo en circunstancias extremas. Una iniciativa para surcar los mares con la primera embarcación autónoma desde el punto de vista energético del planeta. Por otra parte, la tripulación, encabezada por Victorien Erussard y Jérôme Delafosse, buscará también soluciones para impulsar una transición ecológica y energética.
Toyota y el hidrógeno: el hidrógeno es la clave del proyecto Energy Observer y el principal motivo para la participación de Toyota en el proyecto. Gracias a su sistema de producción del hidrógeno, el peso del navío puede reducirse considerablemente (el 50% del desplazamiento) en comparación con la alternativa de almacenar toda la energía en baterías.
Su uso como medio de almacenamiento energético es clave para superar el problema del suministro de energía intermitente tanto en tierra como en el mar, porque permite aprovechar el excedente de energía y, así, ampliar la autonomía de instalaciones tanto móviles como fijas.