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Es fácil evitar caras averías en nuestro vehículo siempre que tomemos las precauciones debidas y en esta ocasión te mostraremos la regla del minuto para que evites que tu motor turboalimentado sufra roturas, así podrás alargar la vida del propulsor.
¿Cuál es la regla del minuto?
Esto es el período de reposo de un minuto tras hacer uso de nuestro auto en circunstancias de alta exigencia, es decir luego de un período de conducción donde se ha sometido el motor a un estrés elevado, debemos dejar el motor encendido durante un período de un minuto. El objetivo de este proceso es evitar el apagado inmediato del propulsor, lo que ayudara a la disipación de calor en puntos críticos como el turbocompresor y a una mejor lubricación de todos los componentes luego de ese gran esfuerzo.
El aplicar esta regla también sirve para desactivar el sisema Start/Stop, ya que es posible que esa tecnología apague el motor cuando nos detengamos. Dicha regla no debemos aplicarla en cualquier conducción, por lo que no es necesaria aplicarla luego de un trayecto mínimo. En aquellas ocasiones en que el trayecto es corto nuestra prioridad debería ser proteger el motor sin exigirle grandes esfuerzos hasta que el propulsor logre alcanzar la temperatura de servicio. Tan malo es sobrecalentar el motor como exigirle más de la cuenta estando frío.
Se recomienda aplicar la regla del minuto cuando realizamos trayectos donde hemos sometido a un elevado estrés al motor, como por ejemplo: largos recorridos en autopista, subida de una montaña, conducción con remolque/caravana, demanda de grandes prestaciones, etc. En resumen, situaciones donde le exigimos las mayores prestaciones al motor, y mucho más cuando dicha demanda se prolonga bastante.
Averías a las que nos enfrentamos
Rotura del turbocompresor: La principal razón para aplicar la regla del minuto es para cuidar el turbocompresor, ya que es un componente vital de nuestro motor sobrealimentado, siendo un elemento que esta sometido a grande esfuerzos y muy altas temperaturas. El desgaste del eje y/o los rodamientos de la turbina es el más común, un problema que surge como consecuencia de una correcta falta de lubricación o de estar sometidos a grandes contrastes térmicos.
Presencia de partículas: Con el desgaste de las piezas móviles del turbocompresor las partículas que se desperenden aumentan y pueden provocar daños colaterales. Los más habituales son los relacionados con la obstrucción de filtros y daños en otras piezas móviles del motor, ya que estas partículas viajan con el lubricante a todos los rincones del propulsor.
Sobrecalentamiento: Esta es la menos frecuente, ya que el sistema de refrigeración está diseñado para soportar y disipar grandes focos de calor en el motor. Un propulsor moderno con un buen mantenimiento es capaz de actuar para evitar cualquier sobrecalentamiento incluso con el motor térmico apagado.
